Me gustó especialmente su ubicación. Muy cerca de Lisboa, pero a la vez en el campo, rodeado de naturaleza, animalitos, con un río donde hay peces, gallinas, un huerto. Por la noche tiene una iluminación muy bonita en el exterior. El estilo de la decoración interior y la zona de la piscina también me encantó.En el desayuno nos servían los huevos que ponían sus propias gallinas. Se respira paz y tranquilidad. Nos gustó muchísimo conocer y hablar con Fernando, el papá del dueño del hotel que es encantador y cuida con mucho mimo el huerto. Nos regaló los tomates para el desayuno que estaban buenísimos. Seguramente volveremos.