Es una aldea típica de Portugal, está situada en medio de la naturaleza; la tranquilidad es absoluta.
Para llegar a la aldea hay dos caminos: uno que son unos 7 km de tierra desde la carretera y otro que son unos 2 km asfaltados, pero te deja algo más alejado del sur de Portugal, tienes que dar una vuelta más grande para llegar a Lagos, Albufeira, etc.
La casita venía con todo lo imprescindible para pasar unos días allí, lo único que eché en falta fue una pequeña lavadora y un lavavajillas. Por lo demás, todo muy correcto.
¡La cama de matrimonio era gigante! El lavabo correcto, y la cocina, lo justo para poder cocinar cuatro cosas rápidas para pasar unos días.
Los techos muy altos lo que hace que dé una gran amplitud.
La casa no tiene aire acondicionado, a nosotros en 11 días que hemos estado no nos ha hecho falta.
El pueblo es pequeñito, todo son casitas de época pintadas de blanco, las calles con unos suelos de pizarra preciosos que le dan un toque rústico.
En el mismo pueblo hay un restaurante, una pizzería y una zona de piscina.Del restaurante y la pizzería no puedo opinar, ya que no comimos allí, y el día que queríamos ir a comer, quisimos reservar a las 21:00 y ya no aceptaban reservas.
La piscina está bastante bien, está rodeada por un suelo de césped, hay varias hamacas con sus respectivas sombrillas.
Para mi gusto, a la piscina le faltan horas de depuradora, el agua está algo "espesa".
La recepción está abierta hasta tarde y el personal es muy amable.